En un mundo donde la realidad se atomiza, donde cada vez es más difícil destramar los vertiginosos cambios sociales, políticos y económicos acaecidos, la información se ha diluido en la gran corriente de contenidos que nutre internet. La actualidad parece fluir por sus redes sin mediaciones. ¿Es preciso estar informado cuando nuestros círculos y nuestra percepción personalizada de la Red conforman y confirman lo que ocurre? Pese a la abundancia de datos y a la hiperconectividad que estos demandan, la verdad se torna huidiza y hoy se disputa en un doble tablero: político y mediático. Ello es debido a que ahora las noticias se elaboran atendiendo más a su explosión emocional y espectacular (sucesos) que a su exposición racional (hechos). En esta lógica, las imágenes asumen un total protagonismo, abocándonos a un régimen de hipervisibilidad donde todo debe ser visto (enmascarado) antes que percibido o constatado. La máscara sobre la realidad propone una reflexión crítica sobre este universo digital que está transformando el espacio público, nuestra sociabilidad y hasta la propia subjetividad.
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