Antonio Tojeira es un hombre feliz: lleva un año en Alicante como inspector de policía y disfruta del sol, la modernidad que trae el turismo en la España todavía triste de 1980 y una incipiente relación con Cruz, una echadora de cartas con quien comparte su pasión por lo esotérico.
Pero todo se torcerá debido a dos acontecimientos inesperados: un joven muere arrollado en extrañas circunstancias en la estación de tren y un télex llega de Madrid anunciando que cada comisaría del país deberá aportar un número determinado de inspectores al País Vasco. Alicante debe enviar a uno y Antonio sufre presiones de sus compañeros, al tiempo que una investigación parece dirigirle a una trama de policías corruptos, grupúsculos fascistas y oscuros intereses políticos.
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