En los últimos cien años la humanidad ha convivido con
la tecnología en una relación de progresiva dependencia.
Pero desde finales del siglo XX el ser humano sufre
una metamorfosis inducida que altera su naturaleza.
Las tecnologías inteligentes, en contraposición a ingenios electrónicos primigenios como la radio, crean dispositivos
que mediatizan la vida de las personas, invaden su privacidad e introducen una socialización líquida. La disputa por
la hegemonía mundial entre Estados Unidos y China, además de obviar la sostenibilidad del planeta, impulsa y naturaliza
la autonomía de la inteligencia artificial sobre los humanos. Llegados a este punto hemos de preguntarnos si la “máquina” seguirá colaborando con todos nosotros o nos suplantará dejando a Darwin en el desván.
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