“El pintor de los pintores”, así describía Manet, en una carta enviada desde Madrid a su amigo Fantin-Latour, al artista que acababa de admirar en el Museo del Prado: Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. De Renoir a Picasso y de Édouard Degas a Francis Bacon, todos los grandes han suscrito este juicio.
Al poner en escena tanto a los humildes como a los reyes, a los bufones como a los hombres de Iglesia, al no vedarse ningún género, ni el cuadro de historia ni el paisaje ni el desnudo femenino, Velázquez encarna en sí mismo toda la pintura española y quizá toda la pintura.
Sin embargo, el más conocido de los pintores en cuanto a su obra es también el más desconocido en cuanto a su vida. Ningún testimonio directo, ninguna correspondencia íntima, ningún documento de archivo han permitido hasta ahora describir al hombre que fue. Ha sido necesario aguardar al cuarto centenario de su nacimiento, conmemorado en 1999, para que numerosos coloquios, congresos y simposios hicieran avanzar la investigación. Con ayuda de esos descubrimientos, Bartolomé Bennassar se propone aquí ahondar en los secretos del autor de «Las meninas» y arrojar luz sobre un artista del que un gran especialista dijo que no se podía escribir su biografía “porque nada le pasó”.
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