“Las amistades peligrosas” obtuvo desde su publicación un éxito inmediato. Un solo título bastó a su autor para conseguir el recuerdo para la posteridad que pretendía. “Las amistades peligrosas” participa en las dos grandes tradiciones literarias que caracterizan el fin del siglo XVIII: la novela rousseauniana y edificante y la novela libertina.
La pareja protagonista, dotada por su autor de inteligencia y lucidez, consagra su vida a saciar mediante el engaño un deseo irrefrenable de seducción y sometimiento. La negación de la afectividad en beneficio de la sensualidad es la clave de su alianza. Paradójicamente, sus perversidades y engaños llegan a ser tan sorprendentes que confunden al admirado lector.
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