En la primera parte, en la cual se intenta preparar al lector invitándolo a zambullirse en la antigua Roma. De esta forma, se comenzará a tejer una perspectiva filosófica haciendo hincapié en la repetición conductual por parte de los romanos de un enmascaramiento en la defensa, con el cual transformaron lo reactivo en expansión. Así, esta primera parte se divide en cuatro capítulos: en el primero se recorre la “personalidad” romana en la política, en el segundo en la guerra, y en el tercero se desmenuzan las tres etapas de la estrategia del Imperio romano según el politólogo Edward Luttwak conectándolas con tres corrientes filosóficas helenísticas con repercusión en Roma. El cuarto capítulo es una suerte de resumen y conclusión. La segunda parte cuenta con dos capítulos: el primero insiste en la subsistencia de estas características romanas después de la caída del imperio a través de los restos territorialmente más inmediatos, es decir, todo lo que hoy es llamado Italia. La tercera parte cuenta con un solo capítulo se inaugura la idea profunda y desnudada por la motivación claramente filosófica que la obra quiere compartir, esto es, tanto la vinculación del ser con el evolucionar como el acercamiento simétrico entre la política y la teoría de la evolución. Aunque relativamente corta, esta etapa final, que es respaldada por el epílogo, condensa y deja como metáfora auxiliar a todo lo anterior, sin por eso revelarse completamente. Todo para remover una realidad en donde los contradictorios temas aquí tratados son especialmente actuales: cada vez más conocimiento, conexiones humanas, noticias falsas, encierros y políticas que priorizan la supervivencia.
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