Desde luego, del ingenio y la inventiva que caracterizan a Voltaire no cabía esperar un gran sistema filosófico que pudiera homologarse por ejemplo con el criticismo kantiano, sino más bien lo que nos encontramos justamente aquí, en su Tratado sobre la tolerancia: una ingeniosidad propia del estilo aforístico, la potencia demoledora del sarcasmo, el uso de la mordacidad pata ridiculizar las posturas del adversario dialéctico. Mediante su ironía, nuestro autor contrapone “la fuerza de la razón” a “a razón de la fuerza”, y combate las violentas imposiciones de la barbarie gracias al sentido común -algo que no es tan común como sería deseable-, apelando a cosas tan elementales como la prudencia y el respeto hacia las convicciones ajenas.
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