Los diálogos Banquete y Fedro fueron escritos por Platón en su época de máximo es-plendor filosófico y literario. En ambos medita su autor sobre lo que los griegos llamaban eros y nosotros amor, entendido como deseo radicalmente sexual que aspira a la posesión permanente de la belleza y él bien. En eso coincide Platón con poetas y místicos de todos los tiempos y con hombres de ciencia tan eminentes como Darwin y Freud.
En el Banquete los comensales de una velada, y en el Fedro Sócrates y un efebo mientras descansan en las afueras de Atenas, discuten sobre el eros. La trama del primer diálogo culmina cuando Sócrates revela lo que sobre este asunto le enseñó una experta mujer, la sacerdotisa Diotima; y la del segundo, con el “mito del auriga”, que simboliza al alma humana como un carruaje alado que surca el cielo arrastrado por dos corceles, uno de ellos de mala condición, que obstaculiza el viaje.
Son muchos los que opinan que Aristóteles, Kant y Hegel superaron con su lógica y sus tratados la filosofía de Platón. También hay quienes piensan que la dialéctica y los diálogos platónicos están hoy más vivos que esos tratados.
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