Enero de 2007. La joven Ela huye en del maltrato y la adversidad, del dolor de una pérdida sin consuelo, de la irrupción inesperada de la violencia a manos de quien menos hubiera podido imaginar, del poso oscuro de demasiados secretos. En su duermevela desfilan los protagonistas del grupo familiar -cada uno con su parte inconfesa de la historia, su carga y su trama de silencios, sospechas, culpa y afectos-, pero también pasiones y desengaños, vivencias felices o atormentadas, a la sombra de los secretos, agravios y envidias del ayer, del lastre de viejos complejos infantiles quizá nunca del todo superados. “La faz de la tierra” nos habla de padres e hijos, del amor y sus límites, de la familia y sus demonios y lo que cada uno de sus miembros intuye, calla, o prefiere peligrosamente ignorar.
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