El proceso inquisitorial de Logroño, con sus dos mil acusados y casi cinco mil sospechosos, es uno de los más copiosos que se han conocido hasta ahora. En España, los acontecimientos provocaron un giro decisivo en la historia de la persecución de brujas. Si dicho proceso llama hoy la atención de los investigadores internacionales se debe al sensacional análisis de las causas y mecanismos de la persecución, realizado por uno de los jueces directamente involucrados, el inquisidor Alonso de Salazar Frías. A través de los informes e interrogatorios que se han conservado de aquél «defensor de las brujas», como lo llamaban sus contrincantes, por primera vez en la Historia los «brujos» y las «brujas» toman libremente la palabra. Sin forzamiento si tortura, nos cuentan ahora los detalles que tan minuciosamente fueron omitidos en las actas procesales de Francia, Alemania, Dinamarca, etcétera. Mientras
los jueces franceses, alemanes o daneses nutrían el fuego de sus hogueras con interminables fi las de inocentes, las «brujas» españolas fueron sentenciadas a penas leves.
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