Auténtico festín literario, “Lo demás es silencio” se inserta en la tradición de las “biografías ficticias”, tomando como objeto y protagonista al inclasificable intelectual Eduardo Torres, personaje que, de un modo u otro, había aparecido ya en la obra de Augusto Monterroso, igual que lo seguiría haciendo después de esta novela. Armada como un mosaico a través del cual autor y lector tienen libre tránsito, en ella relucen las mejores cualidades del escritor guatemalteco, como son el humor, la parodia y -no menos importante- el respeto por quien ha de leer la obra.
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