La vocación poética de Juan Ramón Jiménez le impulsó a buscar nuevos caminos, distintos de los que la tradición romántica y modernista había trazado. La Generación del 27 le consideró como maestro y modelo indiscutible. Tras la Guerra Civil la poesía de Juan Ramón, escrita en el exilio, fue valorada por todos los lectores hispanoamericanos, hasta que en 1956 le fue concedido el premio Nobel de Literatura. Hoy, para los poetas de uno y otro lado del Atlántico, Juan Ramón Jiménez sigue representando al poeta original, profundo y exigente, en cuya obra se halla el germen de todos los movimientos innovadores.
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