En todo cuanto tiene que ver con “El Egoísta” perderíamos el hilo de la narración si no recordáramos que se trata de una comedia, no de una tragedia, y que es precisamente el espíritu cómico lo que permite a George Meredith reproducir, sin el riesgo inherente a una exposición histórica que pretende ser fiel a los hechos, «las estructuras elementales del parentesco» de las que depende toda la trama de la novela. Que el espíritu cómico, sin embargo, representara solo a medias las intenciones del autor, como Meredith le había confesado a Stevenson al terminar de escribir la novela, sugiere que la otra mitad suponía, al menos, una amenaza latente en la narración.
“Que las mujeres nos digan, escribe Meredith, cuál es su lado en la batalla. Nosotros no somos tanto la prueba del Egoísta en ellas como ellas lo son para nosotros. Movimientos similares de damas coronadas y sin diadema de intrépida independencia sugieren su capacidad circunstancial para ser como los hombres cuando se les da la oportunidad de cazar. En la actualidad huyen y esa es la diferencia. Nuestra manera de cazar las informa de la criatura que somos”.
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