John Galsworthy alcanzó la fama con la publicación en 1906 de la novela “El propietario”, que dieciséis años más tarde se convertiría en la primera de las que componen “La saga de los Forsyte”.
“El propietario” arranca en su primer capítulo con un importante brío satírico que, a través de imágenes tomadas del mundo animal, presenta a los Forsyte como una familia o clase social que se considera inmortal. Reunidos con ocasión del noviazgo de June, sacan su instinto primitivo de protección frente a la invasión de alguien, el arquitecto/artista y caballero Bosinney, que no es uno de ellos. En ese primer capítulo quedan claras cuáles son las constantes básicas que rigen la forma de pensar y vivir de los Forsyte, para quienes poseer cosas (y personas) es tanto el resultado lógico como la demostración más palpable de su éxito, en un sistema en el que vale más quien más tiene. Los Forsyte ni siquiera necesitan ser una familia bien avenida, y no lo son, porque lo que representan y poseen los mantiene unidos por puro instinto de conservación.
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