Pintura y cómic son dos disciplinas artísticas íntimamente ligadas. El llamado noveno arte se inspira y homenajea a las obras maestras de los grandes pintores en viñetas e ilustraciones de portadas. El modo de lograrlo es muy variado. En ocasiones, el dibujante de cómic reproduce la obra pictórica de la manera más fidedigna posible. En otras, imita la composición de las figuras de un determinado cuadro, sustituyéndolas por los personajes protagonistas del cómic. Finalmente, también existen citas estilísticas en las que la imagen de cómic posee una relación muy débil con una pintura concreta, pero que imita a la perfección la técnica pictórica y el uso de la luz y del color de un determinado lienzo, estableciendo así la conexión entre ambas obras.
Este volumen es también una imaginativa y amena recopilación de las grandes obras maestras de la pintura, donde las obras icónicas de esta disciplina se fusionan con los grandes iconos del mundo del cómic, enriqueciendo el imaginario colectivo de nuestro tiempo con un fuerte espíritu “pop”. Así, por ejemplo, personajes como Astérix, Obélix y el resto de locos personajes de la aldea gala se convierten en protagonistas de lienzos de la pintura francesa como “La libertad guiando al pueblo” de Delacroix o “La balsa de la medusa” de Géricault; las brujas y los demonios de las “pinturas negras” y “los disparates” de Goya enriquecen el universo de Mike Mignola y su criatura Hellboy; y superhéroes como Batman, Superman o Spiderman pueblan las obras maestras de la pintura norteamericana como “Noctámbulos” de Hooper, “Gótico estadounidense” de Wood o “El mundo de Cristina” de Wyeth.
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