En agosto de 1914, ante el inicio de la Primera Guerra Mundial, el rey Alfonso XIII declaró fuera de la ley a todo aquel que realizara abiertamente proselitismo en favor de alguno de los bandos contendientes. Sin embargo, la medida fue considerablemente ineficaz, puesto que la opinión pública se fracturó en diversas corrientes que llenaron de tensión el espacio público español. Los cines cerraban para evitar peleas. Los intelectuales se enzarzaban en polémicas insólitas, de una violencia inusitada. Algunos políticos y escritores fueron agredidos en la calle repetidas veces.
Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.