¿Es el cine moderno una evolución natural que procede del clasicismo? ¿O por el contrario se trata de una construcción, de una invención pactada entre críticos y cineastas, allá por las postrimerías de los años cincuenta, para dar continuidad a las formas del cine americano por otros caminos? Puede que entre los primeros integrantes de «Cahiers du Cinéma», de Jean-Luc Godard a François Truffaut, y autores ya tan conscientes de sí mismos como Ingmar Bergman o Michelangelo Antonioni, decidieran que había que actuar de alguna manera para que el manierismo de la posguerra no se disolviera en el vacío. Y puede que esa voluntad de rescate haya continuado en el tiempo hasta nuestros días, pasando de Vincente Minnelli o Leo McCarey a Alain Resnais, y luego a Wim Wenders, y a José Luis Guerín, y a Bruno Dumont, entre muchos otros. De todos ellos se habla en este libro que pretende poner en duda la narración histórica del cine transmitida hasta el momento para dejar paso a nuevos senderos zigzagueantes, que se bifurcan y se entrecruzan.
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