Tod Browning es uno de los grandes cineastas de principios del siglo XX. Aunque a menudo se le ha querido etiquetar, e infravalorar por ciertos círculos cinéfilos, como director de cine de terror, una mirada atenta a sus películas demuestra que no se limita a manejar con soltura los elementos artesanales afines al género, sino que hay en él una profunda preocupación humana, una visión existencialista casi siempre desgarradora. Aunque perdida en buena parte, la filmografía de Browning ofrece claves suficientes para dilucidar sus intenciones como creador.
Con una biografía rica en vivencias extravagantes, Tod Browning sigue siendo hoy un hombre enigmático. Su obra, pesimista, repleta de seres deformes (física y mentalmente), atormentados y solitarios, cargada de dolor y rabia, se revela como una de las más personales, auténticas e irrepetibles de las que haya dado nunca el cine norteamericano.
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