El «Libro infinido» lo escribe, en principio, don Juan Manuel para un solo lector: su hijo Fernando, niño de corta edad cuando el autor comienza a componer la obra. En sus páginas pretende archivar y transmitirle, sintetizadas en extremo, las lecciones aprendidas en una amplia experiencia moral, que por entonces ha elaborado ya, con formas variadas, en una producción literaria plural, dilatada y prácticamente concluida. El «Libro infinido» (“inacabado”), obra crepuscular, está compuesto con un especialísimo amor, y en él se aúnan raramente el desengaño y el escepticismo con la esperanza, la gravedad con algunos detalles de viva emoción. Esta edición incluye en Apéndice, como contexto indispensable, los pasajes del «Libro de los estados» a los que don Juan Manuel remite explícitamente en su «Libro infinido».
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