Cuando quieren acabar con tu razón para vivir, solo queda una opción: luchar
“Voy a matar a tu hijo”.
Adriana cree haber oído mal cuando escucha estas palabras en boca de su exmarido. El ruido ambiental, las conversaciones a su alrededor y la actitud cariñosa de Marcos con el niño le hacen pensar que ha sido producto de su imaginación. Sin embargo, un pequeño malestar se queda aleteando en su cabeza. En cuatro días, su hijo se irá de vacaciones con él y, aunque para los demás Marcos es un exmarido modélico, ella sabe de lo que es capaz.
Tras su separación, Adriana ha aceptado un empleo como limpiadora de escenas de crímenes violentos. En su primer día le ha tocado una tarea terrible: limpiar la casa de un hombre al que un desconocido torturó y mató. Allí conoce al inspector Alberto Beranga, que investiga el asesinato de otro hombre a dos manzanas de allí con la misma arma homicida.
Durante los calurosos días de ese verano infernal, Adriana trata de proteger a su hijo mientras el inspector, que intuye que un único asesino está detrás de la cadena de muertes violentas, sospecha de ella.