“Somos unos tipos excelentes” escribió Robert Louis Stevenson, “pero nadie escribe como William Hazlitt”. ¿Qué significa escribir como Hazlitt? Resulta difícil moverse entre libros y pensar menos en los autores que en los hombres que los compusieron. Esta era, sin embargo, la tendencia instintiva, fervorosa, del incomparable ensayista inglés. Con la lectura, decía Hazlitt, no se trataba de procurar tanto un ascenso mental como natural. Sus páginas expresaron al mismo tiempo las ventajas de su estilo de prosa conversacional. Volver a los viejos libros reafirmaba su amistad con los “huéspedes ideales” de la imaginación. Ese sentido del regreso, intus et in cute, abarca todo su quehacer literario.
Shakespeare ocupaba un lugar central en la idea de la sabiduría que tenía Hazlitt, “esa clase de sabiduría que los libros no suelen proporcionar”. Lo admiraba, a las puertas del Romanticismo inglés, por ser el menos egoísta de los autores. Conocer a sus personajes era un modo de mantener el contacto directo con la naturaleza humana. Admirado por críticos como Heine y Sainte-Beuve, Hazlitt dice en esta obra que Shakespeare es el menos y el más moral de los poetas. Su apreciación del genio de la humanidad puede entenderse como una acertada reducción de la hipérbole de Harold Bloom. Los “Personajes” de Hazlitt son el comentario que mejor dramatiza aún la experiencia de leer a Shakespeare.
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