Mito y realidad aparecen entrelazados en la biografía de Emilio Salgari (Verona, 1862 – Turín, 1911): su vida estuvo dedicada a la literatura, fracasó vitalmente cuando no pudo conseguir el título de capitán de gran cabotaje y sólo realizó un breve viaje como turista. Comenzó a publicar a los veintiún años y, desde entonces hasta su muerte, desarrolló una labor frenética por mantener a su mujer y a sus cuatro hijos. Sin embargo, vivió una situación precaria y el agotamiento psíquico le llevó al suicidio. Entre su ingente obra literaria, podemos destacar, La cimitarra de Buda (1892), Los piratas de Malasia (1896), El Corsario Negro (1898) o Los tigres de Mompracem (1900).
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