Consuelo Armijo nació en Madrid, pero ni duende ni hada, como le hubiera gustado, sino una niña corriente y moliente.
A los Reyes Magos siempre les pedía una varita mágica, pero ellos le respondían que no habían podido encontrarla, excepto un año que le trajeron una que no funcionaba.
De mayor decidió escribir cuentos, porque en ellos sí funcionaban las varitas mágicas y ocurren cosas fantásticas.
Ha obtenido distintos premios literarios: Lazarillo, El Barco de Vapor, Premio CCEI, etcétera.
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