Daniel Rivera (Medina del Campo, 1992) aprendió a escribir leyendo. Un día comprendió que las palabras escritas se le daban mejor que las habladas y empezó a contar las cosas que le hubiese gustado poder decir en voz alta. Abrió un blog que no tuvo éxito, un Twitter que tampoco y, finalmente, encontró en Instagram un lugar donde quedarse. Y allí sigue, aprendiendo a escribir viviendo.
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