Un homenaje moderno a Carmilla, el primer clásico de vampiros
Laura puede ver a los muertos. Y, aunque su familia trató de guardarlo en secreto, en su pequeña aldea gallega los rumores corrían más rápido que ella: creció siendo una niña solitaria, triste, aislada en un sombrío pazo rodeado de supersticiones y leyendas.
Pero entonces llegó la universidad, Laura se mudó a Madrid y pudo empezar de nuevo… o eso pensaba. Porque un día se cruza con una hermosa joven de cabello oscuro, que también parece capaz de oír a los muertos. Y, aunque han pasado más de diez años, es idéntica a la mujer con la que soñó Laura al mudarse al pazo, justo antes de que empezaran sus visiones.