Si hay un signo de los tiempos actuales, sobre todo desde la irrupción en todos los ámbitos de la “era digital” presidida por internet y el teléfono móvil, esta es la inmediatez, el deseo cada vez mayor y más apremiante de la solución instantánea para saltar a otra cosa. Repartida nuestra atención entre cada vez más requerimientos urgentes, no es raro acabar albergando una sensación de angustia o de frustración. Y es que el cerebro es una máquina lenta, aunque útil si se acierta a hacerla funcionar. A caballo entre la neurociencia y las humanidades, Lamberto Maffei reivindica en esta “Alabanza de la lentitud” las ventajas y beneficios de una existencia más pausada que recupere el gusto por el detenimiento y por el aprecio del tiempo, y rompe una lanza a favor de la palabra, de la escritura, de la lectura y de la asimilación, así como por una civilización en la que prevalezcan la reflexión y el “pensamiento lento”.
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