Creador junto con Aleksandr Pushkin de la gran prosa rusa del siglo XIX que habría de prolongarse en Dostoyevski, Tolstói y Chéjov, Nikolái Gógol plasmó en «Almas muertas» la misma visión ácida y satírica de Rusia que impregna sus Historias de San Petersburgo, entre las que se cuentan relatos tan célebres como «La nariz» y «El abrigo». La publicación en 1842 de la presente novela, que alcanzó notable repercusión y levantó algún revuelo, le valió gran fama y consolidó su reputación de gran narrador. Su protagonista, Chíchikov, pergeña el plan de comprar “almas muertas” -esto es, la propiedad de siervos fallecidos- para así poder pedir un crédito al Estado, con esta propiedad como aval, antes del siguiente censo. El relato de sus andanzas por la Rusia rural, así como de su resultado, es una de las cimas de la literatura de este país, en la que se puede apreciar el talento de Gógol no sólo para la sátira, sino también para la descripción de inolvidables caracteres.
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