Late en la poesía de José Iniesta un “imaginario de la luz”, dentro de la tradición que Valente llama meditativa. Luz a un tiempo mental y física, donde al relámpago del intelecto sorprende el sol de la iluminación oscura. Luz de la mente y el corazón que se revela en la exactitud de una mirada. Mirada convertida en ritmo por la acción de la memoria. “Los espacios del sueño y la pobreza” se dirigen a quien desee escuchar en voz baja, a modo de confidencia. Bajo la luz generosa del cielo. “la luz emocionada”. Así como uno pasa de ser hijo a ser padre, de igual modo este cántico transcurre por los cauces del tiempo y el ritmo, hacia los paraísos de la Memoria. Donde la imaginación es la propia existencia humana, y no un estado efímero, que diría el poeta visionario William Blake.
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