El ensayo propone un nuevo paradigma de la Bioética, alejado de la visión tradicional norteamericana centrada más bien en las cuestiones biosanitarias. Su objetivo es recuperar el sentido originario del término bio-ética como ética de la vida tal y como lo propuso Fritz Jahr en 1927 y, en cierta medida, también planteó Potter en 1970 cuando reintrodujo el término.
En este sentido, la idea central de este ensayo es proponer la BioÉtica como una Ética General de la Vida, dado el papel tan relevante que están adquiriendo las nuevas tecnologías (biotecnologías y nanotecnologías) en el tratamiento de la propia vida, y convertirla en referente de sentido para toda acción significativa en el terreno moral. Pero no de cualquier vida, sino de una vida digna. Para ello, se parte de una crítica de la Bioética de principios y a través de un riguroso estudio del concepto de aplicación derivado de las nuevas tecnologías, se concluye su inserción en el marco de un saber práctico. Siendo conscientes de que este saber práctico es el propio de la Ética y, más en concreto, de la ética como saber de fines; de fines de humanización.
Llegados a este punto, el ensayo reconstruye las categorías de aplicación, sabiduría práctica, humanismo, dignidad, responsabilidad, asimetría y vida digna como criterios de sentido de toda realización que se quiera humana, por humanizadora. Por esta vía, la vida digna aparece como el principio, el elemento verificador de la calidad humana de toda realización del ser humano en su relación con todo, convirtiéndose así en el criterio central de lo que entendemos ya como BioÉtica.
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