Buster Keaton fue un payaso, un gran payaso. Y los grandes payasos de la historia contemporánea como Chaplin, Harold Lloyd o Rivel, lo fueron por la fidelidad que mantuvieron a la personalidad que habían inculcado a sus creaciones. El rasgo distintivo de Keaton, además de su sombrero «stetson», fue su gesto adusto, serio e impenetrable o, más concretamente, la ausencia de la risa en todas sus apariciones.
Creador de películas tan inolvidables como «El moderno Sherlock Holmes», «El navegante», «El rey de los cowboys», «El maquinista de la General» o «El cameraman», Keaton se convirtió y sigue siendo un icono de la cultura occidental.
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