Las cartas de Lope de Vega escritas para el duque de Sessa cubren gran parte del arco de la vida del autor. Su valor como testamento biográfico e histórico, y como documento literario, es innegable. Lope escribe de todo y lo hace a golpe de consejas y consejos, de comentarios y opiniones, de referencias cultas y de anécdotas picantes. Lope describe, realza y comenta la inmediatez familiar de quien las redacta: gastos domésticos, vestimenta, paseos nocturnos, espacios urbanos, diversiones, vida cotidiana, auto de fe, amoríos, anatomía sexual, erotismo. Las hay que comentan las idas y venidas de actores y de actrices; las que ruegan y piden: un paño o una tela, un beneficio eclesiástico, una carta de recomendación. Y las que describen anécdotas salaces. Los dardos también se dirigen contra el tabaco, los que se tiñen el pelo o los frailes amigos de visitas. Al capital social se añade el erótico. Únicas y hasta excepcionales en las letras del Siglo de Oro, son además un medio íntimo de seducción, y constituyen no solo un testamento de su quehacer literario, social, familiar y amoroso, sino también de su entorno: las críticas dirigidas a la Corte, excesos de gastos, crisis económica, devaluación de la moneda, referencia a oficiales de la justicia y a frailes.
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