Las memorias del preso que más tiempo ha pasado en celda de aislamiento en Estados Unidos. De lectura obligada en la era del movimiento Black Lives Matter.
“Su principal objetivo era doblegar mi espíritu. No lo consiguieron. He sido testigo de los horrores de la crueldad del hombre con el hombre. No perdí mi humanidad. Llevo las cicatrices de las palizas, de la soledad, del aislamiento y la persecución. Pero también llevo la marca de cada acto de bondad.”
Estas memorias cuentan la inolvidable historia de un hombre que pasó más de cuatro décadas en una celda de aislamiento: dos por tres metros, veintitrés horas al día, en la notoria prisión de Angola en Luisiana, por un crimen que no había cometido.
Detenido repetidas veces en su juventud en Nueva Orleans, en sus primeros años en la cárcel se unió al Partido de las Panteras Negras por su compromiso social y su código de conducta. Se encontraba cumpliendo una condena de cincuenta años por robo a mano armada cuando, el 17 de abril de 1972, fue asesinado un guardia blanco. Albert y otro miembro de las Panteras Negras fueron acusados del crimen de inmediato y trasladados a celdas de aislamiento por el director de la prisión. Sin pruebas reales, fueron condenados a cadena perpetua en celdas de aislamiento. Pasaron décadas antes de que Albert consiguiera un abogado competente. A pesar de todo, no fue liberado hasta dieciséis años después, en febrero de 2016. Albert Woodfox es el preso que más tiempo ha pasado en celda de aislamiento en Estados Unidos.