Alfred de Vigny escribió y publicó poemas, críticas literarias, relatos, colaboraciones periodísticas y, sin embargo, al igual que la mayoría de escritores decimonónicos, considera que el máximo, el auténtico triunfo literario no surge en las páginas de un libro, sino en el escenario de un teatro: “nuestro púlpito más poderoso”.
La figura del poeta inglés Thomas Chatterton despertó un creciente interés en los escritores románticos. La atracción ejercida por Chatterton y la cuestionable autoría de sus poemas sobre escritores e intelectuales del siglo XIX no se limitó al ámbito británico; atravesó el canal de la Mancha, llegó al continente y dio lugar a que Alfred de Vigny, romántico y anglófilo, hiciera subir al “maravilloso muchacho” de Bristol a un escenario francés. El resultado cristalizó en uno de los títulos más admirables y representativos del teatro romántico francés.
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