Alfred de Musset nace a finales de 1810 en el seno de una familia de la pequeña aristocracia francesa. Según la tradición familiar, completamente falsa, descendían de Juana de Arco e incluso de la Casandra cantada por Ronsard. Esta tradición le haría mantener a Musset durante toda su vida el orgullo de su nombre y sus. Poesía y amor, amor por la literatura y sed de amor absoluto, irán asociados desde sus inicios en su vida y en su obra.
Alfred de Musset y George Sand se conocieron a finales de la primavera de 1833. Él era idealista y libertino, melancólico y alegre, introvertido y cínico, con un porte aristocrático. Ella realista, de clase burguesa y con distinto sistema de valores y diversa manera de entender la literatura. Sin embargo, una simpática complicidad se crea entre ellos dando paso a una relación amorosa apasionada y dolorosa. El proyecto de «Confesiones de un hijo del siglo» nace con la separación de los amantes. El objetivo de Musset era realizar un homenaje a George Sand, pero la perspectiva del tiempo permite al autor meditar sobre su experiencia y encontrar una argumentación más general que se convierte en razón mítica: el dolor como prueba, como enseñanza providencial, que se transmite a los otros mediante la escritura.
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