Comparado con otros poemas épicos de la antigüedad, podemos ver cómo frente a la “Eneida” o los poemas homéricos en el poema de Gilgamesh no existen guerras ni enfrentamientos entre héroes ni entre pueblos, sino sólo enfrentamientos individuales entre hombres y monstruos, o una lucha apasionante contra la inexorabilidad de la muerte. Se muestra en él el alma desnuda del hombre, con sus alegrías y sus tristezas, sus desvelos y sus fracasos, sus ansias y sus penurias. En él asistimos a la oposición del hombre mortal frente al dios inmortal. En definitiva, no estamos ante un obra épica nacional, sino ante un poema que desafía las barreras del tiempo, fijando exclusivamente su atención en el ser humano.
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