Nuestro planeta no deber铆a llamarse Tierra, sino Oc茅ano. Nuestros antepasados lo bautizaron como Tierra en una 茅poca en la que los barcos apenas hab铆an surcado sus aguas; hubo que esperar al descubrimiento de Am茅rica y a la construcci贸n de los grandes veleros para comprender que casi tres cuartas partes de su superficie est谩n cubiertas de agua. Bajo la quilla de los barcos, empieza el dominio de lo misterioso y lo desconocido. Un mundo, a miles de kil贸metros de profundidad, que a煤n guarda muchos secretos, y que la imaginaci贸n ha poblado de cuentos y leyendas, muchas de ellas con una base real.
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