Desde su estreno, en 1897 en París, el éxito de “Cyrano de Bergerac” no ha hecho sino crecer, y se ha convertido en una de las obras de teatro más populares de todos los tiempos. Capaz de hacernos pasar en pocos segundos de la risa a las lágrimas, no deja a nadie indiferente. Edmond Rostand supo crear un personaje inolvidable lleno de contrastes, hábil con la espada y con la palabra, y capaz del sacrificio más grande: quedarse en la sombra mientras regala sus palabras y su ingenio a su rival, el tan apuesto como poco ingenioso Christian, que es quien consigue el amor de la bella Roxana.
Aunque esta obra fue escrita originalmente en verso, esta es una adaptación en prosa, en la que se han simplificado algunos fragmentos y eliminado algunas réplicas y acotaciones, sin tocarla en nada que pueda ser considerado fundamental.