Lejos de Florencia, sin la protección de los antiguos compañeros de partido y obligado a vivir de la generosidad de sus anfitriones, pertenecientes a la aristocracia de la Italia central y septentrional, Dante decide asumir el papel de “filósofo”. Con esta nueva identidad de intelectual, se pone al servicio de aquellos poderosos grupos, un sector muy distinto de la burguesía florentina que configuraba su primer círculo de lectores. Dante se presenta como máximo representante de una ideología laica que pretende suplantar la tradicional hegemonía cultural de los clérigos, formando para ello una nueva clase de intelectuales.
“De Vulgari Eloquentia” está monográficamente destinado a demostrar la necesidad, en Italia, de una lengua poética capaz de competir en eficacia expresiva y belleza con la literatura latina. De los libros previstos, llegó a redactar solo el primero. El segundo quedó interrumpido en el capítulo XIV. En esta obra de firme compromiso “filosófico”, son dos las líneas esenciales de confrontación con la cultura de su tiempo: la idea de nobleza, revisada en todos sus elementos teóricos, tanto feudales como burgueses, y la del italiano y su literatura, ya concebidos como instrumentos al servicio de un Estado de ámbito y cultura nacionales.
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