Dito tiene diez años y vive en una buhardilla desde la que se puede ver la catedral y las estatuas que la adornan. A Dito le gusta observar estas estatuas e imagina que conversa con ellas; así, poco a poco, va creando su propio mundo, su bosque de piedra. Su imaginación es tal que inventa cuentos inspirados en estas estatuas y se los cuenta a sus compañeros de clase que lo escuchan con atención.
Pero vivir en el bosque de piedra no siempre tiene buenas consecuencias, conviene volver también a la realidad.
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