Aunque sus amigos le dicen que deje de soñar con ello, al pequeño caracol le encantaría viajar. «¡El mar es profundo y el mundo es grande! ¡Cómo me gustaría navegar!», piensa. Una noche, una inmensa ballena jorobada se acerca al caracol y le dice: «¡Ven a navegar conmigo!».
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