Silverín está encantado de que su padre esté en el paro, porque así le lleva todas las tardes al parque del Retiro. Pero su padre no comparte esta alegría. Necesita llevar dinero a casa para poder comer, y como no logra encontrar trabajo, decide inventar un oficio a su medida: el de cazador urbano. Lo malo es que cazar en la ciudad puede resultar más peligroso que hacerlo en la selva…
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