Empezaron siendo dos. Sentadas a la mesa de la cocina, Anuna y Kyra compartieron sus preocupaciones sobre el clima. Entonces se decidieron: ya era suficiente. El 10 de enero, en la plaza de una ciudad asediada por la polic铆a, los estudiantes belgas organizaron una protesta contra la actual pol铆tica clim谩tica. No hab铆a suficiente espacio para los tres mil estudiantes que all铆 se dieron cita. Una semana m谩s tarde, hab铆a doce mil quinientos; a la semana siguiente, treinta y cinco mil. R谩pidamente, Anuna y Kyra se convirtieron en la cara visible de una protesta generacional que no consentir铆a a los pol铆ticos tranquilizarnos con palabras vac铆as.
En “El clima somos nosotras”, dos j贸venes activistas nos animan a alzar nuestras manos: frente a los pol铆ticos y los legisladores, sus colegas y los padres y a abuelos. Precisamente por su ingenuidad, se exponen abiertamente. Y esto significa: de manera inevitable, el tiempo pasa y llega el futuro.
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