Kate Chopin es, sin duda, la primera escritora norteamericana que se formó fuera de la trama ideológica protestante y de los parámetros de la historia cultural calvinista. Su ascendencia francesa, su bilingüismo y biculturalismo la conectaron directamente con la tradición literaria europea. Las cualidades estéticas e ideológicas de su obra muestran una sofisticación formal y un cosmopolitismo ajenos a la moral o a los juicios de valor convencionales. Cuestiones consideradas trágicas e inmorales en la literatura respetable y edificante, como el suicidio, la infidelidad o el adulterio, que no encontraban eco en la literatura norteamericana de la época, fueron tratadas por la escritora en el contexto local y con el realismo con que lo hacían los escritores contemporáneos franceses.
La publicación de “El despertar” en 1899 desencadenó una cascada de críticas negativas que mostraban los condicionantes y prejuicios morales de los críticos norteamericanos de fin de siglo. Considerada a menudo como la Madame Bovary criolla, la protagonista, Edna Pontellier, es una mujer burguesa que entra en crisis al poner en duda el papel del matrimonio y la maternidad, manifiesta abiertamente su deseo sexual y decide romper con toda la seguridad que le otorga su privilegiado estatus social.
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