La premisa mayor de la psicología aplicada es el uso de las teorías y principios psicológicos para resolver problemas de relevancia social e individual. Cada campo de actuación da lugar a un perfil diferenciado en el ejercicio de la profesión. El conjunto de tales perfiles integra áreas de actividad tan antiguas como la del psicólogo clínico, la del psicólogo de la educación y la del psicólogo del trabajo y las organizaciones, junto a otras más nuevas como las del psicólogo del tráfico y la seguridad vial, el psicólogo jurídico, el psicólogo del deporte, el psicólogo del envejecimiento, otras de reciente desarrollo como la del psicólogo de la intervención en catástrofes y situaciones de emergencia, u otras de vieja raigambre pero de recentísimo reconocimiento oficial como la del psicólogo general sanitario.
En la actualidad el desarrollo del ejercicio de la psicología está adquiriendo tal relevancia que ya es posible hallar especializaciones dentro de las grandes áreas de trabajo que le son propias, así como de otras en las que el comportamiento humano desempeña un papel crucial. Tal es el caso de los psicólogos que trabajan en el contexto de equipos multiprofesionales en el ámbito de la reproducción humana o en el de la neurología, lo que ha dado lugar a la psicología de la reproducción y la neuropsicología clínica. En otros casos, la intensidad del quehacer psicológico reclama el reconocimiento de nuevos perfiles, como es el caso del psicólogo de familia, una cuestión cotidiana para los psicólogos que trabajan en el ámbito infanto-juvenil.
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