La crisis de 2008 dejó definitivamente las manos libres a un neoliberalismo económico desatado que, desde entonces, no ha tenido empacho en campar a sus anchas aumentando la desigualdad y sometiendo crecientemente a la sociedad civil a sus dictados. En 2011, una oleada de indignación por esta situación pareció recorrer el globo, siendo en España el movimiento espontáneo del 15-M su mejor y más significativo exponente. Pero hoy, pocos años después, todo ha sido metabolizado, integrado en el sistema, y el malestar de la sociedad, lejos de desaparecer, se hace más fuerte e inciertamente amenazador. En “El fracaso de la indignación”, Pierfranco Pellizzetti pone de relieve que, frente a un sistema tan cínico, la indignación no basta, sino que si ha de haber algún cambio, y con él alguna posibilidad de que la sociedad recupere posiciones de fuerza, éste habrá de ser a través del conflicto, mediante el cual un sujeto colectivo, cohesionado por el descubrimiento de la común condición de habérsele expropiado el futuro, habrá de ocupar democráticamente el punto crítico donde poder y dinero actúan en connivencia.
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