Sobre los Baskerville pesa una terrible maldición: un demonio en forma de perro gigantesco se les aparece cuando llega la hora de la muerte de algún familiar. La maldición se ha renovado con la repentina muerte de sir Charles. El diabólico can deambula por los páramos y el último vástago de los Baskerville, sir Henry, regresa de Canadá para hacerse cargo de la heredad. Ante la persistencia de los terribles aullidos que se escuchan en dirección a los pantanos de Grimpen, el doctor Mortimer decide recurrir a los célebres detectives Sherlock Holmes y Watson. Así, cuando todo parecía perdido para sir Henry, la agudeza de Holmes desvelará la verdad sobre una amenaza que no resulta ser tan fantasmagórica como se creía.
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