Julio de 1931. Lilly (9 años) vive encerrada desde que nació en el desván de su casa, Blackwood Manor, una propiedad rural dedicada a la cría de caballos. Su madre le ha inculcado que es un monstruo, y que ese encierro es una manera de protegerla. La madre, que se dice temerosa de Dios, sólo le permite una ocupación: leer la Biblia. Una vez por semana Lilly recibe la visita de su padre, que, a escondidas, le ha enseñado a leer, le lleva libros y hasta le ha regalado un gatito. Durante un viaje del padre, una noche la madre saca a Lilly y la vende a un circo; al padre le dirá que se escapó y que no sabe dónde está. Lilly, aterrada, se siente culpable: debe de ser muy mala para que su madre la castigue así. El comprador, Merrick, ahora su tutor legal, le repite que a partir de ahora su casa es el circo y que no le servirá de nada intentar escaparse: la gente, espantada al verla, la matará. Entre maltratos continuos, la deja al cuidado de su amante, Glory, la única compañía afectuosa de Lilly durante el durísimo proceso de doma a que la somete Merrick, que la destina a la sección de los fenómenos. Cada vez que Lilly se rebela, amenaza con llevarla a otra sección donde las mujeres se desnudan para los hombres, o a otra peor: el burdel.
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