La obra del poeta mexicano Amado Nervo (1870-1919) se inscribe en un contexto eminentemente modernista. Nervo se incluye a sí mismo entre los modernistas, a los que define como artistas que saben “ver hacia dentro” y asomarse “al alma íntima, arcana, misteriosa, de las cosas mismas”. Una de las notas que singularizan su figura es la gran popularidad que alcanzó en vida y que se prolongó durante la década de los años veinte, una popularidad que a menudo estuvo a la par de la de Rubén Darío. Su poesía tiene un carácter interior, intimista y personal, es el resultado de la exposición de sus inquietudes interiores, sus sufrimientos y anhelos más hondos. “En voz baja” debió de aparecer en la primavera de 1909 y mereció un amplio y elogioso comentario de Unamuno, quien aseguraba que el tono intimista perseguido por el autor le permitiría acceder a lo verdaderamente lírico y garantizaría su paso a la posteridad. “La amada inmóvil” tiene como origen inmediato la muerte de Ana Cecilia, con quien Nervo había convivido durante más de diez años.
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