La Historia del Pensamiento muestra que los hombres de todos los tiempos han vuelto la mirada una y otra vez hacia la Ética a Nicómaco donde encontraron respuestas a sus acuciantes preguntas sobre qué vida merece la pena ser vivida, qué es la amistad, la justicia, la bondad, la verdad y qué virtudes son necesarias para vivir con otros en sociedad. El hombre es un ser que vive y convive. Su existencia no se agota en un vivir, sino que se realiza plenamente en el convivir, en el ser con otros. En esa convivencia el hombre despliega su actuación, y es ahí donde aparece la ética que juzga y que estudia, los actos humanos. Acciones que permiten una relación dinámica con otros en la convivencia plena que lo humaniza, y lo faculta para realizar el ideal de bien vivir en sociedad. Aristóteles propuso una ética que abarcara todo el amplio espectro del actuar del hombre, aunque escribiera tres tratados de ética, la ética no fue para él un recetario al estilo de los sofistas, sino una investigación de cómo surge el sentido moral en el hombre y cómo se manifiesta. El nacimiento tiene que ver con el mismo hombre, es intrínseco a él, y su manifestación es la forma de vida del ser humano que es totalidad y está relacionada con la ética, porque el hombre es un animal racional y comunicativo, un ser que trabaja y con su esfuerzo adquiere, fabrica, los medios necesarios para su subsistencia. Esta capacidad configura al hombre como un ser que lleva una existencia activa, pero libre porque es dueño de sus actos.
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