Leí por primera vez la “Ética a Nicómaco” cuando cursaba la carrera de filosofía y a partir de entonces nunca he dejado de volver sobre ella, una y otra vez… hasta el punto de que a veces he repetido sus ideas con la misma convicción y familiaridad que si fueran mías. Convertida en un dogma atrabiliario -“Magister dixit…”-, la filosofía de Aristóteles llegó a bloquear durante cierto tiempo el desarrollo de la razón europea, pero hoy el griego vuelve a ser ya considerado como siempre debió: no alguien que pensó por nosotros y en nuestro lugar, sino quien nos ayuda a seguir pensando.
Presentación de Fernando Savater